El lugar de la Matemática venezolana.

Argimiro Arratia
Departamento de Matemáticas,
Universidad Simón Bolívar
arratia@ldc.usb.ve

Si bien resulta difícil trazar políticas científicas generosas en momentos de crisis, al menos un criterio que debería prevalecer es el de conservar la infraestructura lograda si esta goza y ha gozado de buena salud, medida, entre otros parámetros, en su desempeño nacional e internacional. Con el fin de ayudar a Rectores, Decanos, Ministros, Directores de Ciencias y Tecnologías y cualquier interesado, en el trazado de sus programas de apoyo a las ciencias y, específicamente a las exactas, presentamos aquí algunas coordenadas de la Matemática venezolana en la geografía mundial de las ciencias. Estos datos fueron presentados por los investigadores Joaquín Ortega (IVIC) y Henryk Gzyl (USB) en las XII Jornadas Matemáticas, organizadas por la Asociación Matemática Venezolana (AMV) recientemente en Caracas.

Comencemos con algunas cifras vitales. Según el directorio de la AMV existen 361 matemáticos activos en el país; según MathSciNet, organismo internacional que registra todos los matemáticos del mundo que hayan publicado trabajos en alguna revista internacional, existen, entre 1995 y 1998, 157 matemáticos venezolanos. Así que, por lo menos esos tantos han realizado trabajos internacionalmente reconocidos. Según datos extraidos de MathSciNet, los matemáticos venezolanos publican mayormente en revistas internacionales, y en estas publicaciones se observan, desde 1985 hasta 1989, entre 30 y 40 trabajos por año, y desde 1990 hasta 1998 se registran entre 55 y 75 trabajos de venezolanos por año. Además la "vida media", o vigencia en el tiempo, de muchos de estos trabajos, supera los 10 años, lo cual contrasta con la corta vida de la mayoría de los trabajos en las ciencias experimentales. ¿Cúal es el número de publicaciones por año para el promedio del matemático venezolano? Un cuadro presentado por Ortega nos enseñó que es 0,92, y el mismo cuadro nos dijo que el número de artículos de los autores que publican en las dos revistas más prestigiosas en matemática es de 2,52 y 2,08 respectivamente. Una nota curiosa: Andrew Wiles, el matemático más famoso de nuestro tiempo, sólo tiene 22 publicaciones. Los datos corroboran lo que siempre sospechamos: calidad vale más que cantidad, y resultan desatinados los programas de evaluación de la actividad del científico que toman como parámetro principal (y a veces único) de medida de productividad el número de publicaciones.

Concluiremos nuestro trazado cartográfico con los datos de Gzyl, quien presentó una tabla con los porcentajes de las contribuciones de Venezuela a diferentes áreas de la ciencia respecto a la contribución mundial (95 países) en la respectiva área. Lo que vimos deshizo muchos de los mitos sobre las ciencias "productivas e importantes" para la Nación: la Matemática venezolana ocupa el segundo lugar en contribuciones del país al total de la producción matemática en el mundo con un 0,17 %, sólo superado por las Ciencias Ambientales y Ecológicas con un 0,18 %, y muy por encima de Farmacología (0,08 %), Ingeniería (0,08 %), Medicina Clínica (0,06 %), Biología Molecular (0,05 %) y Ciencias de la Computación (0,04 %).

Vemos entonces que la contribución que hacen los matemáticos venezolanos, dentro de su área a nivel mundial, está por encima de las contribuciones hechas por investigadores en disciplinas con mucha más tradición en nuestro país, en las cuales hay una mayor inversión en infraestructura y personal, además de disfrutar de una menor carga docente en las universidades.

El diseño de políticas científicas no debe basarse entonces en la aparente e inmediata utilidad de las investigaciones, porque se peligra en promover la creación de simples objetos de utilería en vez de elementos para el desarrollo. La política de la inmediatez es de todas la más errada, y como la aplicabilidad de los resultados matemáticos es de las más difíciles de prever, aunque ejemplos sobran de su impacto a largo plazo en el desarrollo de las ciencias y tecnologías, esperamos que los datos aquí provistos ayuden en la buena orientación de nuestros administradores de ciencias.

Artículo publicado en El Universal, sección de Opinión, cuerpo 1, p 5, Caracas, martes 25 de mayo, 1999.