Caracas, viernes 24 de septiembre, 1999

El Algebra según Cervantes

Argimiro Arratia

En el capítulo XV de la parte II de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha , de una magnífica edición que se supone es fiel al original (Aguilar 1968), se narra de cómo Don Quijote vence en buena lid al Caballero de los Espejos, quien no es otro que su paisano, el bachiller Sansón Carrasco. El bachiller, maltrecho y apaleado por el famoso hidalgo, se queja a su escudero de '...el dolor grande de mis costillas...' y concluye este capítulo de la siguiente manera: 'en esto fueron razonando los dos, hasta que llegaron a un pueblo donde fue ventura hallar un algebrista, con quien se curó el Sansón desgraciado...' Una nota a pie de página de los editores nos revela que 'Algebra es el arte de concertar los huesos desencajados y quebrados'. La curiosidad por saber la relación entre este uso cervantino de la palabra álgebra y el concepto matemático de uso común hoy, me condujo por los caminos de las mágicas y maravillosas noches árabes, y sobre este viaje reportó a continuación.

Erase una vez un matemático de nombre Mohamed Ibn-Musa Al-Kowarizmi, quien vivió y laboró bajo la protección del califato de Al-Mamun (809-833), sucesor del califa Harún Al-Raschid, este último hecho personaje para la posteridad en Las mil y una noches . Al-Kowarizmi fue miembro de la 'Casa de la Sabiduría' (Bait al-hikma), fundada en Bagdad por Al-Mamun, luego de que este califa viera en un sueño a Aristoteles e interpretase tal aparición como una indicación de la necesidad de tener en el Imperio Arabe una versión de la famosa y para ese entonces desparecida biblioteca de Alejandría. Sirvió entonces Al-Kowarizmi como traductor de diversos trabajos hindúes y griegos sobre matemáticas y astronomía, y también escribió una media docena de trabajos originales. Su nombre sobrevivió al tiempo por esos extraños giros de nuestra lengua castellana; Al-Kowarizmi derivó en la palabra algoritmo; esto es lo que entendemos como un conjunto de reglas para la solución de problemas específicos. Y es que la obra principal de Al-Kowarizmi es, tal vez, el primer gran recetario para resolver ecuaciones del tipo que aprendemos en bachillerato. Es precisamente el título de esta obra, Al-jabr wa'l muqabalah el que da origen al término álgebra ( al-jabr ) y su significado aparece implícito en el prefacio del libro: al-jabr es 'completación' o 'concertación' (suponemos que de términos en una ecuación) y muqabalah es 'reducción o balanceo' (en referencia a la cancelación de términos iguales en lados opuestos de la igualdad). Descubrimos así, en Cervantes y Al-Kowarizmi, una magnífica receta mnemotécnica para facilitar la solución de esas ecuaciones de nuestro bachillerato: primero debemos romperle los huesos iguales (muqabalah) y luego conciliar el resto de la estructura ósea (al-jabr).

Sin duda fue Cervantes un vehículo entre el maravilloso mundo árabe y nuestro mundo hispano. Pero no es la intención de este artículo especular sobre el aporte cultural de la obra de Cervantes, sino celebrar el natalicio del gran escritor, quien se presume nació un 29 de septiembre de 1547, en Alcalá de Henares, España, siendo el cuarto hijo de un hombre humilde que, según la Enciclopedia Británica, fue barbero, cirujano y acomodador de huesos, es decir, algebrista.

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Artículo publicado en El Universal, sección de Opinión, cuerpo 1, p 5, Caracas, viernes 24 de septiembre, 1999.

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