Caracas, lunes 27 de marzo, 2000

El futuro de la enseñanza de las ciencias

Argimiro Arratia

La educación en Venezuela es un fraude'. Con esta frase, tomada del discurso inaugural de oficina de un conocido ex ministro de Educación, inició su charla el profesor Enrique Planchart, en el marco de los coloquios de matemáticas que organizamos regularmente en nuestro departamento de la USB. Una vez atrapada nuestra atención, Enrique Planchart, veterano maestro y muy apreciado colega, quien desde 1989 y por diez años ininterrumpidos presidió el Cenamec, presentó ante nosotros, lo que él denominó, su 'rendición de cuentas': una lista sinfín de proyectos realizados y otros que quedaron por hacer por la mejora de la enseñanza de las ciencias en nuestro país.

Para Planchart, el desarrollo exitoso de Venezuela sólo se podrá lograr si se forman maestros y profesores en calidad y cantidad suficientes, como parte de una política educacional de gran escala, dirigida a mejorar el nivel educativo de las masas. Estudios realizados en 1991 demostraron que para atender, la demanda estudiantil de los primeros grados se necesitaban 9.000 maestros por año y para la educación media se requerían de 60.336 docente en los próximos 10 años. En 1992 sólo 3.169 fueron los nuevos maestros formados por la UPEL y en los años siguientes aún menos, aumentando de manera alarmante la brecha entre el número de alumnos y el número de docentes, con la consabida masificación de las aulas y el deterioro de la educación.

Todo esto debido, en buena parte, a los sucesivos incumplimientos de contratos colectivos y bajos sueldos que llevaron a renuncias masivas de maestros (de 30 a 40 mil al año), más improvisación tras improvisación del gobierno de turno. Un ejemplo notable fue la decisión de eliminar las escuelas normales y el bachillerato en educación y exigir para ser maestro una licenciatura. Esto no mejoró la calidad de los maestros y disminuyó exponencialmente su número. En el caso de los docentes de ciencias, las deficiencias son peores: los licenciados en Educación, mención Física, Química, Biología o Matemáticas son un número escuálido y las lagunas conceptuales enormes, según evaluaciones de docentes realizadas por el Cenamec.

Los paliativos del Ministerio de Educación sólo empeoraron las cosas: se originó la figura del maestro 'todero', aquel obligado a enseñar Lengua, Historia, todas las ciencias y deportes. Nos reveló Planchart la existencia de una norma en el ME que consiste en dar la materia por aprobada en los colegios donde no hayan maestros capaces de enseñarla. (Esto explica por qué recibimos en nuestras universidades estudiantes con escasos conocimientos de Trigonometría).

Ante este panorama caótico de la educación básica y media, el Cenamec de Planchart atacó el problema de la calidad de la enseñanza de las ciencias, a nivel nacional, con programas ingeniosos de capacitación de maestros y estudiantes, utilizando tecnología de punta y todos los medios de comunicación posibles. Por ejemplo, el programa 'Matemáticas Interactivas' consistió de clases dirigidas a través de la Radio Nacional y otras emisoras del interior, con una preparación breve del maestro en las escuelas participantes, a las cuales se les entregaba, regularmente material didáctico y, por supuesto, una radio.

El programa alcanzó a un millón doscientos mil niños de todo el país, lográndose, por primera vez, una manera coherente y uniforme de enseñar a nivel nacional. Otros programas de éxito fueron: las diversas olimpíadas de Matemáticas, Física, Química y, más recientemente, petróleos; 'computadoras para las escuelas', que consistió en dotar escuelas con computadoras, pero, más importante aún, entrenar al personal docente en su uso (cosa que programas similares de gobernaciones y compañías privadas no hicieron); 'ciencias itinerantes', exposiciones de la ciencia en acción en diversos museos y escuelas del país; cursos de capacitación de maestros con la participación de profesores de las universidades en la elaboración de textos y el dictado de las clases; y la lista continúa.

Planchart admitió que la mejora alcanzada en la educación de las ciencias es relativamente pequeña. Pero entendemos que este éxito marginal no pudo ser más porque nunca se constituyó en un proyecto nacional de participación masiva, en una nación de ciudadanos preocupados por el bajo nivel de su educación. El Cenamec de Planchart fue una institución pequeña que llegó a manejar un presupuesto de 10 mil millones de bolívares, de los cuales sólo 605 provenían del ME y el resto de organismos privados e internacionales, notablemente el BID y la Unesco, y, por lo tanto, obligado a conducir sus programas por cortos períodos. Planchart es removido de su cargo en el Cenamec en 1999, y con su salida mueren (o están por morir) todos los programas arriba mencionados y engavetados quedaron otros proyectos no menos impresionantes, como el de enseñar ciencias por cable.

La nueva directiva de Cenamec ha declarado las Olimpíadas como un programa elitesco y dejará de apoyarlas, cosa similar parece ocurrir con los demás programas; sus empleados se ocuparon en elaborar la constituyente educativa (?), cosa que Planchart no pudo explicarnos qué es, y ahora se desconoce qué hacen (por lo cual aprovechamos para extender una cordial invitación a la nueva directiva del Cenamec para que a su vez den su 'rendición de cuentas' en nuestro coloquio). El único plan que parece tener el ME actualmente es un ápice del Programa Bolívar 2000, que consiste en reparar la planta física de algunos planteles de educación. Nada de enseñar y formar maestros. El futuro de Venezuela luce tan improvisado y oscuro como el de la educación científica de sus ciudadanos. Esperamos que no sea muy tarde para rectificar.

arratia@ma.usb.ve

Artículo publicado en El Universal, sección de Opinión, cuerpo 1, p 6, Caracas, lunes 27 de marzo, 2000.

Copyright 2000, Reservados todos los derechos.