Caracas, viernes 13 de agosto, 1999

Ciencias exactas para los constituyentistas

Argimiro Arratia

En este siglo que termina hemos sido testigos de la buena y necesaria relación entre las tecnologías y las ciencias exactas. Las primeras dejaron de ser fruto del ensayo y el error, para ser producto de las ideas abstractas de científicos de la Edad de la Razón, como Descartes, Newton y Leibniz, y sus sucesores. Más aún, hemos visto cómo cierta áreas de la Economía, la Sociología, la Sicología y otras humanidades, se han investido del método científico. Al término de este siglo que termina, progreso es sinónimo de avance en la interpretación abstracta de nuestro universo. Por eso propongo a los constituyentistas, considerar las lecciones que dan las ciencias exactas, con el fin de lograr la elaboración de la Constitución más idónea para el país y ejemplo para el mundo entero.

En un artículo anterior señalé un detalle de la historia de la Matemática contemporánea que debería disuadirlos de pretender una constitución que reglamente explícitamente todas y cada una de las acciones de los venezolanos o de lo contrario, se corre el riesgo de producir un documento inconsistente. Veamos hoy cómo una tesis similar es sustentada por la Mecánica cuántica, teoría de la Física moderna originada en las ideas de Planck, Heisenberg, Einstein y otros.

La Mecánica cuántica se fundamenta en el principio de incertidumbre, postulado en 1926 por Heisenberg, el cual implica la imposibilidad de predecir con exactitud el comportamiento futuro del universo, puesto que no se puede medir su estado presente sin causar grandes perturbaciones, o para decirlo en el argot de los físicos, sin causar una mayor entropía. Diversos experimentos corroboran este principio. Por ejemplo, para predecir el comportamiento futuro de una partícula, debemos al menos medir con exactitud su posición y velocidad actuales. Esto se hace emitiendo una haz de luz sobre la partícula. Pero la luz transmite energía, la cual excita la partícula y cambia su velocidad de manera impredecible. Así, mientras más medidas se tomen sobre la partícula, mayor será la incertidumbre en el comportamiento futuro de la misma. El principio formulado por Heisenberg nos dice que esta propiedad de las partículas es una característica fundamental e inevitable de todo nuestro universo. El cosmos venezolano no es excepción y de acuerdo con el principio de incertidumbre, si intentamos reglamentar excesivamente el comportamiento de sus partículas (ciudadanos como usted y yo) el futuro constitucional para nuestros hijos será más incierto de lo que fue para nosotros la utilidad y utilización de la actual Constitución, que por ser, como muchas veces se ha dicho y escrito, hecha a la medida de cierto grupo político, terminó sufriendo de varias y arbitrarias interpretaciones y violaciones. (Por ejemplo, allí se garantiza la libertad de circulación ¿por qué entonces las redadas policiales y las alcabalas vecinales?).

Me parece que similares lecciones se pueden extraer de las leyes de la Termodinámica. Pero optaré por dejar tales elaboraciones para un artículo de incierto futuro y, por ahora, recomiéndole, amigo constituyentista, volver a ojear sus libros de Física y Matemática.

arratia@ldc.usb.ve

Artículo publicado en El Universal, sección de Opinión, cuerpo 1, p 5, Caracas, viernes 13 de agosto, 1999.

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